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Luchadora feminista universal. Pintaba su realidad, utilizaba sus autorretratos para exorcizar la tristeza, dolor y frustraciones.
Siempre sonriente, llenaba con sus carcajadas el lugar donde estuviera.
Mujer culta que se interesaba por el arte, la medicina y la filosofía. Disfrutaba siendo maestra e impartía sus clases a su manera. Su arte no era bello, que es lo que se esperaba de una mujer.
Tampoco tuvo ningún problema de expresar con total libertad su sexualidad ya fueran femeninas o masculinas, Mostró las infidelidades de su marido.
Lucho por ser independiente económicamente para no tener que depender de su marido el pintor Diego Rivera.
Nos dejó un legado de más de doscientas obras en cuarenta y siete años de vida, Obras llenas de valentía y lección. Aún en los momentos más trágicos de su vida debido a su enfermedad, seguía luchando y disfrutando de la vida.
Frida nació el seis de julio de 1907.
Frida vivía con sus padres y hermanas en la Casa Azul de Coyoacán. Sus hermanas eran; Cristina la pequeña y Matilde y Adriana, las mayores. Los Kahlo tenían buena posición económica y podían permitirse tener servicio, pero Matilde Calderón (su madre) y Guillermo Kahlo (su padre), querían inculcar a sus hijas todas las tareas del hogar.
En México, del siglo XX, las mujeres su único objetivo era que encontraran un buen esposo para disfrutar de una vida cómoda y tener bastantes hijos.
La dictadura de Porfirio Díaz, después de treinta años de mandato militar llegaba a su fin. Su padre era el primer fotógrafo oficial del patrimonio cultural mexicano.
Frida, aparte tenía otra hermana solo de padre, María Luisa. Frida era la hija favorita de su padre porque para el era la más inteligente de sus hijas y la que más se parecía a él.
Con los cambios políticos ocurrido en México, Guillermo perdió su trabajo y con el triunfo de la revolución tuvo que hipotecar su casa. Frida en su imaginación formó un mundo de fantasía para afrontar estos cambios y todo aquello que no le gustaba, creaba amigos imaginarios.
A la edad de seis años manifestó un gran dolor en su pierna derecha. Era la primera vez que sentía realmente el dolor. El médico les informó de que tenía poliomielitis. Ante está nueva situación, Frida tenía que guardar cama sin poder moverse. Para soportarlo creó una amiga imaginaria que era como ella, pero en su versión sana. Pero ella no se podía dar por vencida y poco a poco y con un dolor extremo se fue levantando de la cama y caminaba despacio hasta que consiguió hacerlo ella sola sin ayuda.
Ella quería volver al colegio y lo hizo después de nueve meses con una gran ilusión, pero lo que no esperaba era la burla de sus compañeros que la llamaban coja y pata de palo a la vez que se reían de las botas ortopédicas que tenía que llevar.
Al tener la pierna derecha más delgada por la enfermedad, se ponía hasta cuatro calcetines para asemejarla a la otra, pero de nada servía, seguían las burlas. Todo esto hizo que se convirtiera en una niña solitaria y metida en su mundo imaginario.
En 1922 y con quince años, fue a la Escuela Nacional Preparatoria. Estaba muy ilusionada por el cambio ya que tan solo había treintaicinco alumnas frente a dos mil chicos. Aquí Frida pudo dar rienda suelta a su carácter inquieto y rebelde. Se cortó el pelo al estilo masculino y se vestía con monos azules de trabajo, ella quería ser única. En la escuela, por aquel entonces los varones y las mujeres no podían estar juntos en los descansos y como no podía ser de otra manera, Frida decidió saltarse esa prohibición.
Se estaba preparando para hacer medicina. Descubrió grandes autores rusos y filósofos como Immanuel Kant y G.W.F. Hegel. Se unió al grupo llamado los “cachuchas”, un grupo de siete chicos y dos chicas que eran inteligentes y alborotadores, algunos de ellos terminaron siendo eminentes intelectuales.
Su amor de adolescencia fue Alejandro Gómez Arias, hijo de un médico.
En 1922, el más respetado pintor de México, Diego Rivera, fue a la escuela para realizar un mural. Frida no podía pasara la sala dónde estaba el pintor, pero se las ingenió para colarse y le observaba como pintaba. Un día se decidió y le pidió permiso al pintor para que la dejara observa como pintaba y este accedió. Diego Rivera le doblaba la edad y estaba casado.
La economía familiar iba en descenso y peligraba la carrera universitaria en medicina de Frida. Ella quería ser esa de las pocas privilegiadas que acudiera a la universidad rompiendo así la presión social. Para ayudar económicamente a su familia, trabajo de cajera en una farmacia, de contable en un almacén de maderas y jornalera en una fábrica. Pero con todos estos esfuerzos, se dio cuenta que sus padres nunca la podrían costear la carrera de medicina, era demasiado cara para su economía.
Su padre le consiguió un puesto de aprendiza de grabado con el próspero impresor Fernando Fernández, esto alegró mucho a Frida pues aprendería a dibujar, por estas fechas contaba con la edad de dieciocho años. Cabe destacar que con Fernando tuvo una relación amorosa que tan solo duró unas semanas.
El día diecisiete de septiembre de 1925, Frida sufrió un accidente en el autobús en el que viaja con Alejandro (su amor de adolescencia), un vagón metálico impactó contra ellos. Frida tenía atravesado de lado a lado el pasamanos metálico en la pelvis, múltiples fracturas en todo el cuerpo y mucho dolor y sufrimiento. Odiaba estar sola en el hospital.
Alejandro iba a verla cada día hasta que se enteró de su romance con Fernando, entonces fue espaciando más sus visitas al hospital ya que se sentía traicionado. Un mes después del accidente volvió a casa. Alejandro cada vez se alejaba más y Frida lloraba por ello.
Una vez más, para sopesar esta faceta de su vida se refugió en su fantasía.
La vida en casa, tumbada en una cama era insoportable, por ello su madre mandó hacer un caballete para ella y de esta manera podía pintar en la cama, una nueva esperanza se le presentaba. Comenzó pintando a sus hermanas. Plasmaba lo que le rodeaba y lo que echaba de menos.
Escribía desde su cama o su cárcel que eso era lo que parecía, a Alejandro, contándole el calvario de vida que tenía. Alejandro regresaba de Europa y ella estaba convencida de que se reconciliarían.
Los encuentros con los “cachuchas” eran muy esporádicos y les hacía ver que seguía siendo la misma de siempre y les regalaba los cuadros que hacía.
Después de tres meses del accidente, por su valentía y fuerza de voluntad, consiguió volver a caminar, eso sí, con mucho dolor.
En junio de 1928, Alejandro y Frida, dejaron su relación ya que Alejandro se había enamorado de otra mujer. Frida odiaba tanto la soledad como el dolor.
Frida comenzó un romance con el líder estudiantil Germán de Campos y conoció a Tina Modotti, una fotógrafa estadounidense de origen italiano. De Tina le impresionó su aura bohemia y literaria, su bisexualidad y su círculo de amistades; artistas e intelectuales comunistas, era libre y hacía bandera de ello.
En 1928, Frida se afilió al Partido Comunista.
Diego Rivera, regresa a México desde Rusia. Con cuarenta y un años, uniéndose a los comunistas y con su matrimonio roto por sus infidelidades. Los dos coincidieron en una fiesta de Tina y se enamoraron. Contar con él, le dio más confianza en pintar y aprendía de su talento. No era su mentor, pero ella lo acepto así. El era el artista de la lucha de clases y ella la, la pintora de su propia lucha.
Los padres de Frida no venían con buenos ojos la relación sentimental que tenían, tanto por sus ideas comunistas como por las infidelidades de él, sin contar que le doblaba la edad. Su padre no se opuso al matrimonio, sin embargo, su madre no quería que su hija se casara con un comunista, ateo y mujeriego que le doblaba la edad.
El día de su boda solo asistió su padre, su madre y hermanas se negaron a asistir a una boda por lo civil. Como testigo tuvieron a tres desconocidos. La celebración fue en la azotea de Tina Modotti. Contrajeron matrimonio el veintiuno de agosto de 1929.
Por aquel entonces, la Revolución mexicana quiso recuperar lo indígena, por ese motivo Frida, decidió unirse a la causa y se vestía de tehuana, con faldas largas tejidas en terciopelo rojo o morado y blusas con bordados artesanales coloridos de motivos vegetales. Frida se vestía según la ocasión, podía ser Frida la obrera, la tehuana o en definitiva Frida en un lienzo. Otra de sus identidades era su cabello, con moños, trenzas, raya en medio, decoración con flores fresas, cintas, peinetas doradas y lazos de colores y era muy amante de las joyas.
Se mudaron a una exclusiva casa, pero no se fueron solos. Diego era el Secretario General del Partido Comunista Mexicano y en su casa estaban varios camaradas viviendo con ellos.
A Diego le acusaron de haberse enriquecido por colaborar en trabajos gubernamentales y eso le hundió porque fue traicionado por sus propios amigos. En diciembre de 1929 recibió un encargo para pintar un mural en la Palacio de Cortes en Cuernavaca y aceptó. Allí comenzarían los dos u luna de miel y su convivencia en solitario.
Frida siempre estaba con Diego cuando el pintaba y le corregía cuando algo no le gustaba, esto le producía a Diego mucha risa.
A los pocos meses del traslado, Frida se quedó embarazada y estaba pletórica, aunque sabía que tras su accidente le sería difícil engendrar un bebé. Por desgracia a los tres meses sufrió un aborto espontáneo. Esto la entristeció mucho y se refugió en la pintura. Y para complicar más las cosas, descubrió que Diego mantenía una aventura. No soportaba la idea de que su amor no fuera exclusivo y lo reflejo en sus pinturas. Descubrió que no podía cambiar a Diego y que no podía evitar lo que sentía por él, lo amaba con toda su alma. Para Frida el arte era libertad y ella amaba ser libre.
Emprendieron viaje a San Francisco, para Frida era toda una aventura salir de su México natal, para Diego un lienzo en blanco. Esto ocurrió el diez de noviembre de 1930. El futuro que tenían en México había terminado debido a su trabajo y a sus ideas políticas y está ciudad nueva financiarían su vida. Diego, iba a realizar murales en el Club de la Bolsa de Valores de San Francisco.
Al llegar allí, Frida estaba entusiasmada con los contrates de San Francisco, su favorito Chinatown. Pero a los pocos meses de estar allí, la felicidad de Frida se vio interrumpida ya que Diego le fue infiel con la tenista Helen Wills. Por este motivo, Diego estaba fuera siempre y ella no podía disfrutar de la vida social que tanto le gustaba. Por todo esto, le envolvía la soledad y le rebosaba el arte. No acababa de encajar en esta ciudad, la gente le parecía aburrida y con malas caras. En el inglés se defendía, pero le costaba. Se lanzó a la calle para socializar y aprender el idioma, era una mente inquieta.
Vivian en el distrito de los artistas y allí conoció a Lucile Blanch, una de sus vecinas apasionada de la pintura, pero ella nunca hablaba de sus pinturas, para ella eso era de ámbito privado.
Pese a sus infidelidades, Frida no podía dejar a Diego, le quería demasiado. Por todo esto, se deduce, que Frida solo pintaba cuando sentía dolor ya que cuando estaba feliz no lo necesitaba.
Una vez más a Frida se le complican las cosas, esta vez, su pie derecho. Buscó a un buen especialista, el doctor Leo Eloesser, del que nació una preciosa amistad. Le diagnosticó una gravísima escoliosis congénita y la falta de un disco intervertebral, de hay sus fuertes dolores. Para agradecerle su dedicación Frida le regalo un retrato de él.
Diego recibe un nuevo encargo, decorar la Escuela de Bellas Artes de California. Algo cambio en Frida al ver como su marido disfrutaba de su arte. Fue en este momento cuando pensó, si ella también podría vivir de ello y monto su caballete y óleos de forma permanente. En abril de 1931, dio por terminada su primera obra “Frida y Diego Rivera”. La pareja posa mirando al frente con las manos entrelazadas, encima de ellos un pájaro con una cinta rosta en el pico y una inscripción, una tradición popular muy común en su país, y fue de las primeras artistas en ponerlo en práctica.
Acudían a muchos actos sociales en donde Frida se convertía en el alma de la fiesta. Diego Rivera admiraba a Frida y ejercía sobre el un magnetismo que ninguna mujer podía alcanzar.
Frida añoraba México y deseaba regresar. El ocho de junio de 1931 regresaron a la Casa Azul de Coyoacán.
Decidieron construir su casa y el encargado fue el arquitecto Juan O ‘Gorman. La casa serían dos edificios unidos por un puente. Una edificación que sorprendería a todo el mundo en el barrio de San Ángel. Edificios de hormigón armado con ventanales pintados de diferentes coloras, azul el de Frida y rosado el de Diego.
Diego estaba trabajando en la escalera del Palacio Nacional. Pero él no era feliz allí y se le presentó la oportunidad de ofrecer una exposición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, sería el segundo en ofrecer una exposición individual en este centro y aceptó, por lo que emprendieron el camino hacia Nueva York. Frida sabía que les estaría esperando la prensa y se vistió de tal manera que no pasaría desapercibida, como así fue.
Era un proyecto muy ambicioso para Diego, tenía que organizar toda la muestra y pintar nuevas obras inspiradas en Manhattan.
Frida no disfrutaba de las veladas y las cenas en sociedad, se sentía asfixiada. No le gustaban los ricachones de esa ciudad. La exposición fue todo un éxito.
Frida descubrió el amor al cine cómico de los hermanos Marx. Cuando se estaba acostumbrado a Nueva York, les trasladaron a Detroit para pintar unos murales para el Instituto de las Artes. Llegaron el 21 de abril de 1932. La ciudad iba a recibir a uno de los mejores pintores del mundo. Cuando la prensa los recibió no podían dejar de mirar a la mexicana menuda de aspecto llamativo.
Sus compromisos sociales con la alta alcarria de la sociedad industrial se multiplicaron. Frida no encajaba y a modo de rebeldía se vestía con colores más llamativos y coloridos en contraste con la alta sociedad y sus vestidos de alta costura. Esas personas estaban en contra de sus ideales políticos y lo hacía saber. Le encantaba fastidiar con sus comentarios a esa sociedad.
Odiaba Detroit, como también odiaba que Diego se acercara tanto a la alta sociedad estadounidense.
Empezó a tener molestias en el pie. Tenía una dolorosa úlcera trófica. Y también embarazada de dos meses, esto era lo que ella más deseaba en el mundo y no se veía capaz de sufrir otro aborto. El cuatro de julio de 1932 sufrió el segundo aborto. En el hospital paso trece largos días y el quinto empezó a dibujar, quería pintar al niño que había perdido y pintó un feto masculino.
Frida se agarraba con fuerza a su ironía ya que era la forma de salvarse. Diego se dio cuenta en este momento que Frida era un genio. El óleo que hizo en el hospital Henry Ford, fue el primer cuadro de una nueva etapa para ella. Trabajada rodeada de libros de medicina en relación a la concepción y al parto. Ella misma se retrató desnuda y tumbada en una cama de hospital con sábanas blancas manchadas de sangre. De su vientre seis cordones umbilicales que representaban facetas duras de su vida.
Frida regresa a México, su madre enferma de cáncer de mama estaba en su fase final. Por suerte llegó para despedirse de ella. La muerte de su madre y la imposibilidad de su maternidad lio lugar a su obra “Mi nacimiento”, en 1932 y no hizo ninguna inscripción en el lienzo. Regreso a Detroit. La fama de Diego empezaba a decaer y se trasladaron a Nueva York, aquí Frida se sentía mejor. En está ciudad Diego también perdía su caché, le veían como un comunista. Su economía caía en picado y gracias a una colecta de dinero entres sus amigos pudieron regresar a México, corría el año 1933.
Frida amaba a los animales y en su nueva casa había loros, gatos, perros y monos araña.
La economía seguía mal en parte por las facturas médicas de Frida. Y un nuevo golpe asesta a Frida, Diego le fue infiel con su hermana Cristina, está infidelidad no podía ser perdonada y pintó “Unos cuantos piquetitos”. La separación de Diego en 1934 la hizo sola, ya que nadie la apoyó por sus creencias católicas. Frida estaba destrozada, pero en su cara nunca se vio reflejado cuando compartía con amigos.
Pero una vez más, el amor que sentía por Diego, hizo que lo perdonara y volvió con él. Se empezó a retratar con heridas sangrantes y abiertas, pero en su gesto no se apreciaba dolor. Perdonó a su hermana Cristina. Convivía con Diego porque lo quería, pero ya no sería igual que antes.
Frida empezó a consumir alcohol, lo hacía para ahogar sus penas. Buscaba el amor y comenzó a tener relaciones esporádicas con hombres y mujeres.
En las elecciones de 1934, ganó la izquierda y Diego se afilió a la Cuarta Internacional en 1936.
Frida simpatizó con los españoles que vivieron la Guerra Civil Española y recaudó fondos para ellos. Frida luchaba por la política y sociedad.
En está época pintaba mucho más. Sus cuadros tenían que reflejar su ideología de izquierdas, su cultura y las clases oprimidas y empezó a despertar su obra y a vender cuadros. Por esto le ofrecieron la oportunidad de exponer en Nueva York. Para Frida era importante la independencia económica y acepto. El uno de noviembre de 1938 se inauguró la primera exposición de Frida en la Galería Julien Levy. Aquí conoció al fotógrafo Nickolas Muray, con el que tuvo un romance.
Después expuso en Francia, Frida no quería ir por el estado de salud de Diego, pero este le dijo que no podía dejar pasar esa oportunidad. Diego siempre la apoyo, sabía que su mujer tenía mucho talento.
En Paris, conoció a Picasso que quedó impresionado con Frida. Allí por fin expuso su obra “Mexique”. No vendió muchas obras, pero las críticas fueron buenas.
La vida con Diego no mejoraba, así que el diecinueve de septiembre de 1939 iniciaron los trasmites de divorcio. En este periodo pinto “Las dos Fridas”.
Frida ingresó en el hospital de San Francisco en septiembre de 1940, aun así, no perdió sus risas y sus carcajadas. Su pie derecho y el consumo excesivo de alcohol le pasaban factura.
Contra todo pronóstico, Frida y Diego volvieron a casarse. Frida puso condiciones, se mantendría económicamente y no tendrían relaciones sexuales. Una vez más el ocho de diciembre de 1940, Frida se casaba en el Supremo de San Francisco, sin vestido blanco ni iglesias, ni banquete.
La década de los cuarenta supuso la consagración de Frida, no era fácil abrirse en este mundo donde solo se reconocían a los hombres, las mujeres restaban credibilidad.
Empezó a pintar por encargo, aunque a ella eso no le gustaba mucho, pero pagaban las facturas. El mecenas Eduardo Morillo Safa le llegó a comprar una treintena de obras, incluido el de una de sus hijas, Mariana que fue uno de sus cuadros más tiernos.
Para no tener que depender económicamente de Diego, optó por otros trabajos, como profesora en la Escuela de Puntura y Escultura de la Secretaría de Educación Pública, dónde se convirtió en la profesora favorita de los alumnos. Los animaba a pintar en la calle. Pronto no pudo, debido a su enfermedad, trasladarse a la escuela por lo que impartía sus clases en su casa. Creo un grupo de cuatro cupidos llamados los Fridos.
Del mismo modo les instruía en la política y les acercaba mediante la lectura a los grandes pensadores y teóricos de la izquierda. Con esto quería que sus cupidos mostraran al mundo con sus pinturas el arte del pueblo y las injusticias sociales.
En 1944, Frida tenía una precaria salud y apenas podía pintar. Busco remedios para su dolor de espalda y la confeccionaron un corsé de acero, de está manera podía sentarse y estar de pie. Ella a lo largo de su vida llevó muchos corsés, pero siempre le sacaba el lado positivo y los decoraba con pinturas, espejos, plumas. Con su último corsé pinto “La columna rota”.
En 1946 se somete a una drástica intervención quirúrgica de mano de Philip Wilson en Nueva York. Estuvo dos meses ingresada. Cuando regreso a Coyoacán, el dolor regreso y guardo cama durante semanas. Frida ya no pudo subsistir san altas dosis de morfina y como no podía ser de otra manera, toda la operación y lo que sucedió después, lo plasmó en su pintura, “Árbol de la esperanza, mantente firme”.
Al descubrir una nueva aventura de Diego con la bella actriz María Félix, Frida empezó a retratarse con rasgos masculinos, con su vello facial, esas cualidades que tanto le gustaban a Diego de ella. Frida era única y de ahí su fuerza.
En enero de 1950, Frida estaba postrada en la cama del Hospital Inglés de México. Le tuvieron que hacer varias operaciones, estuvo en el hospital un año. Diego alquiló una habitación junto a la de ella para cuidarla.
Sufrió mucho y nunca se quejó, siempre con una sonrisa y sacándosela a todo el mundo. Le adaptaron un caballete para que pudiera pintar y dedicaba hasta cinco horas diarias a hacerlo, allí tumbada en la cama. Por suerte la visitaban mucho.
Ya en su casa, Cristina cuidaba por las noches de ella y durante el día una enfermera. Frida cada día se levantaba con ayuda y se embellecía, la coquetería era su fuerte.
En esta etapa de su vida, Frida quería poner su arte al servicio del comunismo, una de sus obras es “Naturaleza Viva”.
La primavera de 1953, se inauguró en la Galería de Arte Contemporáneo su primera exposición individual y allí llegó ella en una ambulancia para no perdérselo y dentro de la galería le esperaría una cama donde poder atender a los visitantes.
En agosto de 1953 le tuvieron que amputar la pierna derecha. Cayó en una gran depresión y lloraba por horas. Pero una vez más sorprendió a todo el mundo cuando ponía todo su empeño en andar con su nueva pierna ortopédica, pero sus adiciones la convirtieron en una mujer malhumorada que había perdido la lucidez y su carisma.
El dos de julio de 1954, con lluvia y con la negativa de todo el mundo fue a la manifestación comunista. En silla de ruedas empujada por Diego con el puño al aire y en la otra mano un estandarte por la paz.
La madrugada del trece de julio de 1954, Frida murió por una embolia pulmonar.
“Nada vale más que la risa”.
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